Il Gianicolo, una joya escondida en Roma

Normalmente, en una visita a la capital del país de la bota, las excursiones suelen cruzar a la rivera oeste del río Tevere para visitar el Trastevere, el decimotercer barrio del centro histórico de la ciudad. De allí, habitualmente se toma hacia el norte, para llegar a la Città del Vaticano, y de esa manera, se pasa de largo a los pies de Il Gianicolo.

Alejado del ajetreo característico de la ciudad, Il Gianicolo, la octava colina de Roma, es probablemente uno de los lugares, valga la redundancia, más romanos que podemos conocer. En un solo sitio, convergen la historia, los monumentos, diferentes periodos arquitectónicos, el arte, la tradición y hasta el paisaje. Se escapa de mi entendimiento el hecho que no sea un lugar más habitualmente visitado por turistas, aunque justamente, eso termina convirtiéndose en ventaja para los que apreciamos el espacio personal y huimos del gentío.

Pero, ¿qué es lo que tiene este lugar de especial? Bueno, vamos por partes. ¿Les comenté sobre el paisaje? Pues bien, Il Gianicolo posee una de las mejores vistas y por lo tanto, atardeceres, que puedan obtenerse de la ciudad. Además de eso, queda en un sitio privilegiado y tiene una buena línea de visibilidad a ambos lados del río, pudiendo cubrir al norte desde el Castel Sant’Angelo y hacia el sur, la cúpula del Pantheon, los cuales deben quedar al menos, a un par de kilómetros de la colina.

Bueno y como es de Roma que estamos hablando, tiene que haber una fuente y montones de estatuas, ¿no? Pues la Fontana dell’Acqua Paola, una obra de arte hecha en mármol y con más de tres siglos de antigüedad, está ahí para conmemorar la reapertura del antiguo acueducto romano. «Chulito» a la fuente. ¿Y las estatuas? Pues espero recuerden a Giuseppe Garibaldi, héroe de la Repubblica, del cual les hable brevemente en la publicación sobre el día de la República Italiana. Claramente, él, su esposa y muchas figuras importantes del Risorgimento, tienen allí sus estatuas y bustos, recordando particularmente la batalla que se llevó a cabo en 1849 ese mismísimo lugar, cuando Il Gianicolo fue el último baluarte en la defensa italiana frente a la invasión del ejército francés.

Pero sigamos adelante. Como les decía, es Roma… Así que tiene que haber una iglesia. Y en esta sí que hay historia. La Chiesa di San Pietro in Montorio o Iglesia de San Pedro en el Monte de Oro (nombre que recibía la colina del Gianicolo, de la que se decía antiguamente que tenía un aspecto dorado), es una de las grandes sorpresas del lugar. Fue fundada como parte de un convento de monjes franciscanos españoles y continua abierta al público para el culto. En los que fueran antiguamente sus claustros, hoy en día funciona la Real Academia de España en Roma, y en su patio principal, se encuentra el Tempietto del Bramante, la joya de la corona, por así decirlo: una obra de más de 500 años de antigüedad, icónica de la arquitectura renacentista, un templete hecho en granito, mármol y travertino, ubicado justo en el lugar donde la tradición de la iglesia católica dicta que fue crucificado el apóstol San Pedro. Porque otra vez, es Roma. Il Gianicolo fue utilizado en tiempos del Imperio Romano como lugar de ejecución.

Pero si creen que esa la referencia más antigua del lugar, están equivocados por algunos siglos. El Ianiculum (su nombre en latín) es incluso citado en La Eneida, cuando el rey Evandro muestra a Eneas las ruinas de una ciudad antigua y de paso, apuntando el origen del nombre de esta colina a la comunidad fundada allí por el bifronte Janus, dios de dos caras.

Y si esto no fuera suficiente, puede que se sorprendan aún más, cuando en medio de una colina, estatuas de bronce, iglesias, mitos, historias de guerra y fuentes de mármol, vean un faro. Sí, un faro. El precioso Faro Manfredi fue construido hace poco más de un siglo, regalo de los italianos que emigraron a Argentina. ¿Ah, y les conté del cañón? Bueno pues, bastará decir que les recomiendo llegar a eso del medio día.

Cuando estén en Roma, no se pierdan Il Gianicolo, no se van a arrepentir.

Ciao, ragazzi!